La explotación de la tierra, se hacía en fincas cercadas de buena calidad generalmente todos los años, la mayoría se sembraba un año sì y otro no, con el fìn de facilitar el pastoreo del ganado, el término se dividía en dos hojas, que se sembraban de forma alterna, formando la hoja del lado del rio hacìa la sierra del Otero, los pagos o parajes denominados, prados de los Herreros, Aguamanares, Matallana, El Mirón, Algara, Matas de las Perdices, Hoyuelas, Cuesta Egido., Encima de las Cerradas, entre otros. La otra hoja comprendía los parajes de Las Tablas, Llecazos, Lombas, Humbriazos, Alegones, Granja, Mugia, Serna, Humadero, Valdelaconseja, Cerro Molino, Cerrillos, etc. Las labores eran alzada o romper, vinar o segunda vuelta y siembra, con arado romano o vertedera, con yuntas diversas de caballar, asnal, mular, y mixtos, según el potencial de cada agricultor, siendo las labores poco profundas, se abonaba con el estiércol que producían los animales en casa y potasicus, siendo los rendimientos más bien escasos y poco rentables, El gasto de mantenimiento durante todo el año de la yunta, aperos y mano de obra necesaria, sin medios mecánicos, era elevado, además que tenía que estar toda la familia ocupada el verano entero. También se solía recolectar esparceta, breza, así como también los productos más clásicos de trigo, cebada, avena, lentejas, yeros, cucos o guisantes en seco, en cosechas muy cortas, generalmente que, la mayor entre todos los productos no alcanzaría 10. 000 kilogramos.
La siega
La siega se hacía a hoz a mano. La míes al segar se dejaba en manadas o pequeños montones, que después se recogía en haces o fajos, atados con la misma míes o con balago (paja larga de centeno del año anterior), luego se apilaba en fascales, hasta que era transportado en caballerías a la era para trillar. En unas albardas o aparejos con anubes o palos que se adaptaban y, en número de seis u ocho fajos, se formaba la carga bien atada con soga; por los caminos se formaba un hormiguero, entre el ir y venir con las caballerías, no pudiendo efectuar el acarreo nada más que de sol a sol, para evitar el pillaje o robos.
Trilla
La míes transportada a la era, bien era trillada al día siguiente, o se hacinaba de forma piramidal, para que, en caso de llover no se mojara, por las mañanas se extendía la parva de sesenta a cien fajos de míes, que con un trillo de piedra silice y sierras, dando vueltas con la yunta, removiendo la míes, y la acción del Sol, poco a poco la míes se deshacía hasta quedarse apta, para el consumo de la paja por ganados. Durante el mediodía se paraba a comer y descansar, tanto caballerías como personas. Por la tarde con el efecto del sol, se terminaba enseguida.
Aventado
Una vez trillada la míes, se juntaba en forma redonda en mitad de la era sí, se aventaba seguidamente, o bien en una orilla, para poder hacer otra parva, donde había personal y hacía buen aire. Una vez separado el grano de la paja, se procedía al cernido del grano con cribas formando un montón, que una vez medido y envasado en talegas (sacos estrechos y largos) se llevaba al granero en caballerías, subiéndolo generalmente a hombros, al desván de la vivienda, por escaleras con un peso de entre 70 a 80 kilogramos. La paja igualmente era retirada de la era a los pajares en unas mantas, de lona o de sacos cosidos, bien al lomo de una caballería y también a los hombros de las personas o a la cabeza como un cántaro. En una palabra, un trabajo penoso y gravoso para la familia, ya que solo recolectaban unos productos que les proporcionaba una existencia mediocre.
Explotación actual de la tierra
Actualmente, desde que se hizo la Concentración Parcelaría, la explotación se hace con maquinaría de tractores potentes, que hacen labores más profundas, cosechadoras que siegan y trillan todo el término en ocho días, empacadoras de paja, con abonos adecuados y simientes selectos. Se obtienen unos rendimientos muy superiores sin esfuerzo y limitado personal, con la gran ventaja de que al ser las fincas mayores se encuentran con sus Títulos de Propiedad registrados, planos y con hitos clavados su terreno, pudiendo obtener préstamos con aval de garantía, mayor valor en caso de venta y siempre ser identificadas, al contrario de lo que se ha dejado sin parcelar, que se ha quedado improductivo y con el peligro de que las nuevas generaciones no sepan identificarlas.